Curaduría de arte
2006 -Todo está muy caro. Exposición
antológica de Antonio Caro, Sala RG, Fundación Celarg, Caracas, 30 de marzo al 28 de
mayo de 2006
Carmen
Hernández / Coordinación y texto para catálogo: “Antonio Caro: resistencia a
favor de la solidaridad” (originalmente publicado en la página Web http://av.celarg.org.ve/AntonioCaro/PortalAntonioCaro.htm,
eliminada en 2018 por la Fundación Celarg)
Como parte del estímulo a la producción artística reflexiva de nuestro continente, la Sala RG presenta la exposición Todo está muy caro del artista colombiano Antonio Caro, que representa un recorrido significativo por su larga trayectoria.
La
        obra de Antonio Caro ha reflexionado sobre América Latina como una
        construcción simbólica desde una mirada contextualizada en “otras”
        verdades, aquellas que los discursos oficiales han omitido –como es el
        caso de las luchas independentistas encabezadas por el indígena Manuel
        Quintín Lame- o aquellas que sobreviven en los imaginarios populares
        –los saberes originarios asociados al valor medicinal y alimenticio de
        algunas plantas como el maíz, el onoto, entre otras–.
          
Para
        Antonio Caro el arte cumple una función social y por ello, la producción
        de la obra va más allá de la creación trascendente de un objeto “único”,
        según él mismo ha comentado: “Arte es igual a comunicación. Con
        base en ese falso “axioma” he construido toda mi obra”[1].
        Jaime Cerón ya ha advertido que en este artista: “persiste una
        actitud de resistencia o desobediencia a la implantación de modelos
        culturales, dominantes desde otros contextos sociopolíticos y económicos”[2].
        Esta resistencia coincide con la cultura-rebeldía que Julia Kristeva
        defiende como la posibilidad de activar nuevas maneras de subjetividad,
        más heterogéneas, que nos ayuden a superar la tendencia hacia la
        robotización –porque las personas se han convertido en un conjunto
        patrimonial de accesorios con valor mercantil[3]-  para
        introducir el principio del placer y la solidaridad. Las prácticas artísticas
        concebidas como “resistencia cultural”, a las que se suma el trabajo
        de Antonio Caro, se rebelan ante los modelos hegemónicos normalizadores
        (con su actual  tendencia a
        la banalidad y la teatralidad), rechazan la reducción de la obra de
        arte a un objeto mercadeable y museable, descontextualizado y reducido a
        su puro valor de cambio dentro del mercado de bienes culturales, y
        cuestionan el rol de los artistas como “productores de objetos”.
        Esta actitud de resistencia subvierte las formalidades que despolitizan
        el arte y la cultura como construcción de sentido, y privilegian el
        proceso creativo como una experiencia compartida, vital, con la
        finalidad de vivir en un mundo mejor. Por ello no nos extraña que en
        una entrevista Antonio Caro haya comentado: “Creo que la última utopía
        que no se ha derrumbado totalmente es el arte”. Para este artista,
        considerado el fundador del arte conceptual en Colombia, la actitud de
        resistencia se desplaza desde el campo institucional hacia lo social,
        alcanzando diferentes figuras metafóricas de lo nacional que transitan
        por la historia y los imaginarios colectivos hasta los saberes
        cotidianos. Con sus propuestas e intercambios, Antonio Caro nos invita a
        revisitar lo latinoamericano sin los prejuicios valorativos
        tradicionales para reencontrarnos con su riqueza múltiple en lo social
        y territorial.
Notas:
          
          
[1]
            Antonio Caro en: Carlos Quintero: “Entrevista a Antonio Caro (1ª
            parte)”, Platanal (http://www.platanal.net/entrevistas_1.htm)
            
            
            
[2]
            Cfr. Jaime Cerón (2003): “Dimensiones interpretativas” en: Víctor
            Manuel Rodríguez (ed.): Prácticas artísticas. Enfoques
            contemporáneos, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, p.
            119.
            
            
[3]
            Cfr. Julia Kristeva (1999): Sentido
            y sinsentido de la rebeldía. Literatura y psicoanálisis,
            Santiago de Chile: Editorial Cuarto Propio, p. 22. 
2011 - Argelia Bravo.
Arte social por las trochas hecho a palo, pata' y kunfú, Sala RG, Fundación CELARG, Caracas, 2 de
diciembre de 2009 al 7 de febrero de 2010
Carmen Hernández / Curaduría y texto
para el catálogo: “Argelia Bravo: cuerpos fronterizos que transitan por «la
trochas»”,
Argelia Bravo. Arte
social por las trochas hecho a palo, pata' y kunfú,  (originalmente publicado en la página Web http://av.celarg.gob.ve/ArgeliaBravo/CarmenHernandez.htm,
eliminada en 2018 por la Fundación Celarg) 
“El cuerpo es un 
    territorio de conocimiento estético y político”
    
Argelia Bravo
    
Como parte de 
    las políticas de conocimiento y difusión de las prácticas 
    artísticas reflexivas sobre el contexto social desde una 
    perspectiva de género, la Sala RG presenta la exposición Arte 
    social por las trochas hecho a palo, pata' y kunfú de la 
    artista venezolana Argelia Bravo. Esta muestra reúne doce obras 
    realizadas entre 2004 y 2009, las cuales son el producto de un 
    proceso de investigación sobre la violencia experimentada por la 
    comunidad transgénero, realizado a través de la Organización No 
    Gubernamental Transvenus de Venezuela.
    
Además de su 
    trabajo de activismo, orientado a estimular la reinserción 
    social de la comunidad “transfor” que ejerce la prostitución en 
    la Avenida Libertador de Caracas, Bravo establece ciertas 
    estrategias de registro visual para elaborar una reflexión 
    crítica desde el campo del arte, con el propósito de ejercer 
    cambios en el imaginario colectivo sobre la apreciación y 
    valoración de estos sujetos condenados a vivir en los “bordes” 
    de una ciudadanía jurídica y cultural, pues no tienen derechos 
    identitarios ni laborales específicos, debido a que no responden 
    de manera visible a una sexualidad normada. 
    El 
    modelo binario, heterosexual, 
    no es impuesto 
    solamente por los órganos de control, como la policía, sino 
    también por diferentes sujetos que han naturalizado esa supuesta 
    condición de lo “correcto” y en las prácticas cotidianas 
    discriminan de manera física o simbólica a quienes la 
    subvierten. Es así como se reproduce la representación de la 
    heterosexualidad como “universalidad natural” en el ámbito 
    familiar, la escuela y en los circuitos sociocomunicacionales o 
    espacios públicos.
    
    Bajo la premisa del “arte social”, Argelia Bravo crea 
    hibridaciones de algunos procedimientos de registro identitario
    y
    construye 
    metáforas del cuerpo social, en la medida en que los sujetos 
    estudiados representan a toda una comunidad sometida a las 
    mismas situaciones de intolerancia. 
    Parte de este proceso es poner 
    en cuestionamiento los modelos del conocimiento, y por ello, 
    esta artista recurre a una subversión de los mecanismos 
    empleados por algunas disciplinas que estudian la conducta, como 
    las 
    ciencias forenses, la antropología y la 
    sociología, para abordar otros elementos, supuestamente 
    “marginales”, que ponen en duda o problematizan el supuesto 
    objetivo de la búsqueda de una “verdad”, como la noción de 
    identidad y ciudadanía.  A partir de los testimonios 
    verbales y corporales de las chicas “trans”, se revierte la 
    cosificación tipológica, pues se hace énfasis en las historias 
    personales y en los rasgos individuales, concentrándose en el 
    cuerpo y sus cicatrices, haciendo de éstas una “fisonomía de la 
    violencia”, otorgándoles la condición de pieza única, 
    particular, capaz de ser apreciada también como impresión 
    gráfica. 
    ![]()  | 
  Arte 
  Evidencia 7. Arte social por las trochas, hecho a palo, pata’ y kunfú, 
  2009 
  
  
  Videoinstalación conformada por video y mapa 
  
  
  Medidas variables 
 | 
También Bravo crea paralelismos entre el espacio urbano y el 
    espacio social cuando introduce un recorrido físico y simbólico 
    por las “trochas”, esas rutas “retorcidas” transitadas por las 
    chicas “trans”. Frente a la cartografía impuesta por los modelos 
    urbanos privilegiados por los procesos de modernización, que 
    supuestamente organizan, clasifican, regulan, jerarquizan y 
    controlan los flujos sociales para favorecer la transitabilidad 
    y convivencia de la “ciudadanía” (los sujetos que se ajustan a 
    la normatividad), el tránsito por las “trochas” revela la 
    existencia de una ciudadanía paralela que habita la ciudad desde 
    los márgenes, la hace suya desde otros lugares y con otras 
    perspectivas. Además de la supervivencia física, las “trochas” 
    representarían el deseo de reforzar la idea de lo “travestido” 
    como una realidad “otra”. 
    
    Bravo compara las trochas usadas por los transformistas con las 
    rutas empleadas por los movimientos subversivos, como las 
    guerrillas latinoamericanas. Pero desde el discurso artístico, 
    esas trochas usadas por los transformistas que recupera Bravo, 
    pueden ser comprendidas también como metáforas de la nación 
    “fronteriza”, aquella que se reconoce discursivamente pero que 
    no goza de derechos reales en la práctica. Las trochas 
    representan los caminos de sobrevivencia en la vida cotidiana de 
    esos sujetos “torcidos”, pero también representan los flujos 
    identitarios en la lucha por el poder interpretativo desde el 
    reconocimiento de una posición crítica siempre fluctuante que 
    rompe con el binarismo. Esta oblicuidad puede interpretarse como 
    una postura contra el “prediseño del sentido”, en términos de 
    Nelly Richard, que también puede extenderse a una postura 
    crítica frente a las representaciones de lo latinoamericano como 
    cultura periférica marcada por la sociologización o la 
    exotización.
    
El trabajo de 
    Argelia Bravo contribuye a comprender que la producción 
    artística puede asumir complejos procesos de investigación sobre 
    los imaginarios sociales y sus consecuencias en las prácticas 
    cotidianas, como la violencia corporal y simbólica hacia la 
    condición femenina y transgénero, sin dejar de revisar 
    críticamente el campo del arte. Su trabajo da visibilidad a las 
    discriminaciones y conflictos identitarios, con un profundo 
    compromiso y respeto, estimulando mecanismos de diálogo en los 
    cuales ella, como artista, es  mediadora y no intérprete. 
    Lo social deja de ser un tema artístico para convertirse en un 
    proceso de conocimiento mutuo y constante que se realiza “con” y 
    no “sobre” los sujetos y sus experiencias.


Comentarios
Publicar un comentario